La contracción en los ingresos laborales totales de América Latina y el Caribe fue del 19,3% en los tres primeros trimestres, frente a la media mundial del 10,7%, lo que convierte a la región en la más afectada en todo el mundo en términos de horas trabajadas y de ingresos laborales.
Así se desprende de un nuevo informe publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el que se recoge que los impactos laborales más significativos en ocupación, paro y participación económica se observaron durante el segundo trimestre del año, con una pérdida de horas equivalente al 33,5%.
En su nuevo texto, la organización recoge que en los nueve países para los cuales cuenta con información para el primer semestre del año y que representan alrededor del 80% del empleo total de la región, 34 millones de trabajadores perdieron su puesto de trabajo, aunque algunos de forma temporal.
De su lado, la OIT destaca que esta crisis es “excepcional” tanto por su magnitud como por sus características, dado que los ocupados informales, mujeres, jóvenes y de menor nivel educativo son los que, en general, han experimentado con mayor intensidad la pérdida de un empleo.
Estos trabajadores, en promedio, se ubican en la mitad inferior de la distribución y, en general no cuentan con un sostén económico suficiente para soportar largos períodos sin trabajar. Además, en estos casos los ingresos laborales representan entre el 70% y el 90% de los ingresos familiares, lo que se traduce en que la contracción en la demanda de trabajo tendrá impactos distributivos muy desfavorables, con impactos significativos en los niveles de pobreza.
En este contexto la OIT advierte de que, dado el contexto de gran debilidad de la demanda de empleo, es muy probable que los ajustes en la región se canalicen adicionalmente a través de reducciones salariales reales, pero también, nominales, especialmente en la parte informal del mercado de trabajo.
Por otro lado, la organización explica que la tasa de desocupación resulta un indicador limitado para comprender la dimensión de los impactos sin precedentes que esta crisis ha generado en los mercados de trabajo de la región.
Por ello, aun cuando la región parece haber comenzado un proceso de retorno y normalización de la actividad productiva y, con ello, del empleo, las brechas respecto a la situación previa a la pandemia son aun muy significativas.
ALTA INFORMALIDAD Y DEBILIDAD FISCAL
El director de la OIT para América Latina y Caribe, Vinicius Pinheiro, ha explicado que el fuerte impacto sobre el continente se debe a unas condiciones preexistentes, que consisten en la alta informalidad, la debilidad de los sistemas de protección y el reducido margen fiscal de los países para actuar.
Pese a ello, Pinheiro cree que los países latinos han tocado fondo en la crisis. “Hemos llegado al fondo del pozo, hay señales de rebrote, que no significan una recuperación económica sostenida, pero sí que se ha empezado a salir del pozo”, destaca.
En esta línea, ha hecho un llamamiento a alcanzar pactos y acuerdos sociales entre los diferentes países, ya que el esfuerzo para la reactivación ha de ser colectivo.
“Tenemos una oportunidad de arreglar cosas que históricamente han sido un problema y se han exacerbado con la pandemia, la informalidad es una de ellas”, apostilla Pinheiro.
La OIT cree que la crisis abre la oportunidad para reestructurar las instituciones laborales y de la protección social para avanzar en estrategias que permitan una garantía laboral, así como un escudo de protección social más permanente, además de una estructura para la política de empleo integral que acompañe o sea parte de la estrategia económica de recuperación. / Europa Press