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Bolivianos, blancos de las detenciones

El lugar de reunión de los bolivianos sin trabajo en Madrid es la Plaza Elíptica. Ahí acuden cada día, desde las 6 de la mañana, un centenar de bolivianos que esperan que alguien los contrate en algún trabajo temporal. Pero a la vez, es un lugar conocido y visitado a diario por la Policía que acude al lugar a ‘cazar’ inmigrantes ilegales. Febrero pasado fue uno de los meses más negros y agónicos para este colectivo que se vio acosado y acorralado por la Policía debido a una disposición extraordinaria del Ministerio del Interior que fijó un cupo de detenciones diarias. “Extranjeros: en base a la población de cada distrito, hay que hacer un número de detenidos”. Estas órdenes están dirigidas a los agentes de la Policía Nacional y figuran en un documento interno que se repartió en la comisaría de Villa de Vallecas tras una reunión de comisarios celebrada el pasado 12 de noviembre. El objetivo era detener a 35 extranjeros a la semana.
Luego se sabría que había disposiciones similares en Cataluña y Castilla-La Mancha. Milos Robles, representante de la Asociación de Bolivianos en Barcelona, denunció que los policías vestidos de civiles esperan a los inmigrantes a la salida del metro en Barcelona a los que detienen sin contemplación si no tienen papeles. “Uno se asusta al ver a un policía de civil y directamente nos piden papeles, tarjeta y si no hay, adentro” señala, exaltado.
Las quejas por las detenciones indiscriminadas llegaron hasta las oficinas consulares bolivianas en toda España lo que ha motivado que la Embajada Boliviana inicie gestiones ante el Defensor del Pueblo. La embajadora, Carmen Almendras, denunció la intervención de la policía con allanamientos de domicilio en la región de Murcia y en la Comunitat Valenciana. En Madrid el acoso tiene lugar sobre todo en los barrios de mayor afluencia de bolivianos como son los distrintos de Usera y Legazpi y en las estaciones de metro. El ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, negó que la Policía esté realizando detenciones indiscriminadas para ‘engordar’ las estadísticas de seguridad ciudadana. Sin embargo, la misma Policía confirmó que la instrucción de los cupos es cierta y que aún está en vigencia. Las retenciones continúan pese a las denuncias. Un grupo de bolivianos reunidos en la Plaza Elíptica descarga su rabia contra las autoridades consulares bolivianas que no se preocupan por su situación de abandono en un país extraño. “Deberíamos hacer una huelga o tomar la embajada” grita uno de ellos desde el montón, tapándose la cara.

“Quería que me expulsen porque aquí no hay trabajo”

“Ilegal hasta los dientes”, como él mismo se autodefine, Mario Mercado de 56 años, es la personificación de la despreocupación. Fue uno de los detenidos por la policía en una de las últimas redadas masivas. “Nos acorralaron a unas 30 personas de las cuales 24 éramos bolivianos. Nos llevaron a Aluche y nos tomaron fotos desde todos los ángulos. Dejamos la huella digital hasta del dorso de la mano como si fuésemos delincuentes” relata, demostrando las posturas. Pero al final todos fueron puestos en libertad con sus respectivas cartas de expulsión. “Uno de los guardias dijo que no había cupo en los aviones para tantas personas y nos soltaron”, añade.
Mario se ofreció voluntariamente para que ser retornado a Bolivia si había cupo pero la idea de estar encerrado durante dos meses le hizo abandonar la propuesta. “No soy ningún delincuente para estar encerrado. Prefiero seguir en la calle buscando trabajo pero si me vuelven a llevar que sea directo al avión” dice, resignado.

“Me han agarrado dos veces”
Cristóbal Condori, de 31 años, vive desde hace dos en Madrid. Desde noviembre de 2007 no tiene trabajo y desde entonces ha sobrevivido de “trabajitos temporales” o chapucillas como él los llama. Con su mochila llena de sus herramientas de trabajo de la construcción espera paciente en las Plaza Elíptica a que alguien requiera de sus servicios como albañil, pero los días pasan y dice que hasta ahora no ha encontrado nada en el último mes. Conoce bien el CIE de Aluche, adonde ha ido por dos ocasiones detenido por la policía. Lo soltaron al cabo de unas horas con su carta de expulsión
bajo el brazo. “Cuando te dan esa carta te dejan de molestar seis meses, no pueden volver a detenerte” afirma, aliviado. No es extraño para Cristóbal sufrir el acoso constante de la policía por los lugares donde frecuenta, el metro, los locutorios incluso cuando probó suerte en Murcia y de donde regresó con las manos vacías.

“Antes era cuestión de suerte. Pero ahora te paran todos los días”

Para Alex Ventura, un cochabambino de 37 años, antes que la Policía te detenga era cuestión de suerte. Pero la buena fortuna ha cambiado con las redadas diarias y la presión de la policía. Aún recuerda sus penurias para esquivar a los guardias de seguridad cuando iba al trabajo y tenía que tomar el metro. “La primera vez que me detuvieron fue cerca de mi trabajo en Barcelona. Por eso decidí venirme a Madrid a probar suerte”, recuerda. Pero en la capital lo detuvieron en varias ocasiones. Con la presentación del resguardo de su expulsión lo soltaban a la espera que se venciera el plazo. Eso no ocurrió y pudo regularizarse. Ya lleva 7 años España.

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