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Colombia

Enganchados a las nuevas tecnologías

En el ordenador hay tres ventanas conectadas a través del programa Skype: Nueva York, Medellín y Madrid, desde la que se mira. No es una junta de altos ejecutivos, es una reunión de la familia colombiana Restrepo. Sus miembros, dispersos por el mundo, suelen citarse en fechas claves. “Es una forma de mantener los lazos y de saber cómo están los demás. También lo utilizo para hablar con mis amigas de Madrid porque no tenemos tiempo para quedar”, comenta Adriana, de 27 años, dependienta en una tienda de ropa. Hace tres años llegó a la ciudad con nociones básicas de Internet, ahora es una experta. Tiene ordenador con conexión adsl, webcam, cascos, cámara digital y tres móviles: una para su familia, otro para el trabajo y un tercero para sus contactos en Madrid. Lo suyo son las nuevas tecnologías.
Según la Asociación para la Investigación en Medios de Comunicación y la consultora Nielsen, los inmigrantes en España (4,5 millones, el 11% de la población) hacen el doble de llamadas por celular que los propios españoles. También envían dos veces más mensajes de texto y utilizan más internet. Su instinto de comunicación está más desarrollado: abren blogs, crean emisoras y canales de televisión, diseñan videojuegos… “A diferencia de otros países, España recibe la inmigración en pleno boom tecnológico”, señala Adela Ros, directora del programa Inmigración y Sociedad de la Información de la Universitat Oberta de Catalunya. La comunidad colombiana es un caso aparte (cerca de medio millón en España). Con más de tres millones de usuarios, Colombia es el país de habla hispana con más inscritos en la popular red Facebook. “Es un medio sencillo, eficiente y económico para encontrar viejos amigos y estar pendientes de lo que hacen los demás. Algo que encaja con la cultura y los gustos de los colombianos”, señala Juan Camilo Sosa, responsable de la página de información de Facebook en el país andino. Sólo hay que rastrear algún acontecimiento reciente como la gran nevada que cayó sobre Madrid el pasado 9 de enero. Antes de que los medios locales informasen sobre la nevada, las fotos de los inmigrantes ya habían cruzado el Atlántico. “Nunca había visto nevar. Salí a la calle a tomarme fotos pero después de un rato me enfrié. Tenía la chaqueta y los zapatos encharcados. Cuando iba a colgar las fotos de la nieve en Facebook me di cuenta de que todos mis amigos en la ciudad hicieron lo mismo. Se fueron a tomar fotos a las plazas, a los monumentos”, comenta la colombiana Luz Adriana González, responsable de un hostal.

Escuelas de tecnología
Las escuelas de tecnología han sido los “locutorios”, pequeños locales de telefonía, internet y envío de remesas que se han convertido en auténticas embajadas. Entrar en ellos es transportarse a un mercadillo multicolor de Bogotá o Santo Domingo donde abundan las banderas, los productos típicos y afiches de regaetton o vallenato. “Los locutorios en España tienen una fuerza sin igual en Europa. Son instituciones sociales”, afirma Adela Ros.
Según la Consejería de Inmigración, sólo en Madrid hay más de 2.500. La colombiana Adela Rodríguez no falla a su cita diaria en el locutorio. Ha visto crecer a su hijo en Cali a través de la red. “Hace siete años que no lo veo en persona. Cuando aparece en el Skype me dan ganas de darle un beso pero me da vergüenza”, comenta mientras pide tres horas de Internet en “locutorio” del centro de Madrid. Mientras ingresa la clave sus ojos brillan. Ella y su esposo intentan educar a su hijo a través de internet.
La pedagoga Nora Rodríguez, autor del libro Educar desde el locutorio, cuenta las historias de 130 mujeres en España que han encontrado en estos espacios el puente más corto con sus familias. “La madre inmigrante trabaja 16 y 18 horas al día, envía dinero y además se siente responsable de la educación de sus hijos. Internet permite que la madre que se va no esté ausente”, comenta la autora.

Familias transnacionales
“Con la globalización del dinero viene la globalización de la gente, es inevitable. Son personas que forman parte de la comunidad en la que viven y que quieren tener voz”, opina la chicana Susan González Baker, directora del Centro de Estudios Migratorios de la Universidad de Austin (Texas). “Durante las del 1 de mayo en Estados Unidos contra las políticas de migración, los inmigrantes utilizaron las tecnología para mandar su mensaje”, comenta. Al colombiano César Castilla la movilización del 1 de mayo se la anunció una hermana que vive en Nueva York, a través del Messenger. “Hablamos de nuestros hijos, de los trabajos, de las diferencias culturales, de si un país es más racista que otro, de la Seguridad Social… Cuando hablo con mi hermana me entero de cómo es Estados Unidos y ella de cómo es España”, explica.
La tecnología les une a pesar de que están a miles de kilómetros de distancia. Los sociólogos ya tienen nombres para estas nuevas formas de organización: redes, familias transnacionales. Con las nuevas tecnologías la comunidad colombiana en Nueva York, España y la propia Colombia, han logrado tejer un espacio de encuentro. Se calcula que más tres millones de colombianos viven en el extranjero. En el fenómeno de las remesas esa triangulación es más evidente. Colombia es el país al que más remesas se envían desde España, según la Comisión Europea. Las nuevas tecnologías permiten que quien envía el dinero esté presente en las decisiones que se toman del otro lado. “Le estoy reformando la casa a mi madre. Le he pedido que me envíe fotos por Internet para ver cómo avanzan las obras. Voy a terminarla aunque me salgan canas. Hace poco estuve allí y me partió ver que la nevera estaba atada con una cuerda. Hice una compra enorme, era tanta comida que la mayoría se estropeó”, comenta la colombiana Sandra Milena, quien mensualmente envía dinero a través de una transacción on-line.
Ella tiene una cuenta en Facebook como el también colombiano José Ignacio Penagos quien, además, lleva cuatro blogs. “Son como diarios. Cuelgas fotos, textos, videos de lo que vas viviendo. Tenemos mucho que contar”, comenta. En tres años su instinto le ha permitido además montar una empresa (Infocus), un canal de televisión y una emisora on-line. Según la Universidad Rey Juan Carlos sólo en Madrid han surgido más de setenta medios electrónicos dirigidos a público latino.
El apartamento que Penagos parece una nave espacial. Rodeado de monitores, teclados, cables y cámaras, edita las historias que a veces graba con su propio celular. De cerca parece montado en una nave espacial que atraviesa distancias, seguro, cerca de micrófonos, enviando emails y contestando llamadas. De repente, suena el teléfono. Sin quitar la mirada de la pantalla contesta. Su rostro cambia. “Qué hubo abuela. Qué milagro. Yo también los extraño”, comenta.

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