La salsa está de luto. Este sábado por la noche, a la edad de 99 años, murió Rafael Ithier, director musical y uno de los fundadores de la emblemática orquesta El Gran Combo de Puerto Rico. Su partida deja un profundo vacío en el mundo de la música latina.
Nacido el 29 de agosto de 1926, en Río Piedras (Puerto Rico), Ithier fue un músico autodidacta cuya pasión por la salsa lo convirtió en una figura emblemática. Tras sus inicios en agrupaciones de los años 50 —como parte del grupo de Rafael Cortijo— en 1962 fundó El Gran Combo de Puerto Rico, orquesta que con el tiempo llegaría a ser conocida como “La Universidad de la Salsa”.
Durante más de medio siglo, Ithier dirigió, pianista, arregló y condujo al conjunto, transformándolo en referencia mundial de la salsa. Su disciplina, visión y amor por la música fueron claves en su largo recorrido artístico.
Tras conocerse la noticia, decenas de artistas, colegas y admiradores expresaron su dolor y admiración. Al salsero puertorriqueño Gilberto Santa Rosa, por ejemplo, no le temblaron las palabras: “Con el dolor de un hijo que pierde a un padre, despido a mi ‘Querido Viejo’ Rafael Ithier”, escribió en sus redes sociales.
Otros íconos de la salsa como Willie Colón, Elvis Crespo, Ismael Miranda y Charlie Aponte también lamentaron públicamente su partida, destacando su rol como pilar, líder y mentor de generaciones enteras.
El adiós de una “institución”
En un comunicado oficial, El Gran Combo expresó su pesar por la pérdida de su fundador: “Hoy despedimos no solo a un gran músico, sino al arquitecto de un sonido que marcó generaciones”, reza el mensaje. A su vez, agradecieron las innumerables muestras de cariño y solidaridad recibidas desde que se conoció la noticia.
La agrupación asegura que el legado de Ithier permanecerá “vivo y eterno” en cada escenario, en cada nota y en cada corazón que alguna vez bailó, cantó o vibró con su música. “Su historia continúa”, afirmaron.
Más que un músico: un icono cultural
Para muchos, Ithier no solo fue un gran director y músico: fue un pilar de la identidad cultural puertorriqueña. Su dedicación, talento y humildad lo convirtieron en “una inspiración”, en “maestro de maestros”.
Con su muerte, se cierra un capítulo fundamental en la historia de la salsa… pero su legado sigue vivo. Las generaciones venideras seguirán bailando, celebrando y honrando el sonido que él ayudó a forjar.