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Ecuador

Sin retorno por hipoteca y residencia

Si no estuviera pagando la hipoteca de mi piso hace mucho me hubiera ido” afirma Danilo Escobar, de 33 años, que hace nueve vive y trabaja en Madrid. Es uno de los pocos afortunados que aún conserva su trabajo en la construcción. “Ya he pagado 5 años y sólo me faltan 15” dice, entusiasmado. Sin embargo, la pareja de bolivianos que alquila su piso, en Alicante, no le paga el alquiler hace dos meses y la hipoteca debe salir ahora de su sueldo. “Están en paro y tienen dos niños. No puedo echarlos. Tenemos que colaborar entre nosotros”, añade.
Pero la intención de Danilo, como la de muchos inmigrantes que han comprado pisos y ahora se ven ahogados por las hipotecas, es esperar a que pase la crisis inmobiliaria y vuelvan a subir los precios de las viviendas para vender sus pisos y recuperar lo invertido. “Mi piso está en la playa Santa Pola y cuando lo compré en esos años me salió barato pero en un par de meses los precios se fueron a las nubes. Al poco tiempo la misma inmobiliaria que me lo vendió quería comprármelo al doble. Pero ahora no me ofrecen ni la mitad”, manifiesta con cara de resignación al aclarar que cuando mejoren los precios lo venderá.
Según el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Celestino Corbacho, al Programa de Retorno Voluntario con capitalización del paro, que entró en vigencia hace dos meses, se han acogido 1.400 personas, de las cuales la mitad, aproximadamente, son ecuatorianos. Pero existe otro buen número de ecuatorianos que descarta esa posibilidad como una salida a su situación de desempleo debido a que tienen sus ahorros invertidos en sus pisos que aún no terminan de pagar. La situación de Andrés es más delicada. Está en paro desde hace unos meses y aún le falta pagar 15 años de su hipoteca. Tiene dos niños y el sueldo de su mujer apenas cubre los gastos de la casa. Con todo en su contra, no contempla “ni de casualidad” acogerse al programa de retorno. “No voy a comerme el cuento del dinero que te entregan cuando te vas y menos perder mi piso” indica, esperanzando en que las cosas mejoren para poner al día sus cuotas.
Otra de las causas que frenan a algunos ecuatorianos a retornar es la condición de no regresar a España durante los próximos tres años, lo que implica perder la residencia. La Organización internacional para las Migraciones (OIM) gestiona este y otros programas de retorno que ayuda para regresar a personas en mala situación económica. No importa si tienen o no papeles de residencia.
Se facilita al inmigrante el pasaje de regreso y un poco de dinero, dependiendo el programa. Lo financian los gobiernos regionales y el Gobierno Central. En el caso de la capitalización del paro los pagos se hacen en dos plazos: el 40% en España, una vez reconocido el derecho, y el 60% en el país de origen, entre los 30 y 90 días naturales desde la fecha del primer pago de la prestación.

“No me regreso aunque no tenga trabajo”
Jimmy Méndez, de 29 años, trabajaba en la construcción pero hace ochos meses está desempleado y no pudo cobrar el paro. Desesperado por la situación se fue con su mujer y sus dos niños a Tarragona, pero tampoco tuvo suerte y decidió retornar a Madrid. Gracias a un amigo consiguió trabajo como pintor en una construcción. “No está en mi mente volver. Allá la situación está peor que aquí porque tampoco están recibiendo el dinero que enviábamos” dice con la cara sonriente tratando de demostrar que la situación no le afecta. “Una amiga se ha regresado porque no tenía trabajo y con dos niños que mantener, ya no podía. Le han dado los pasajes y 300 euros”.

Dobla las horas en el trabajo para ganar más
Nancy Loachamin vive desde hace 12 años en Madrid y trabaja en la limpieza de casas y empresas. Dice sentirse afortunada porque “trabajo nunca le ha faltado”. A quien no le ha ido bien es a su marido, que perdió su trabajo en la construcción y estuvo en el paro durante siete meses. “Estuvo por acogerse al retorno voluntario, pero se ha desanimado porque no le iban a dejar entrar si volvía” indica mientras suspira aliviada porque hace poco su marido ha encontrado trabajo como ayudante de manteamiento.

“Nos han subido la hipoteca, pero ni eso nos desanima”
Desde su asiento situado frente al campo deportivo en la zona de Abrantes toda la familia asiste a ver el partido. Una vez que termina se retiran sonrientes y hacen planes para volver la otra semana a distraerse después de una semana de trabajado duro. Llevan 10 años en Madrid y todos tienen trabajo. Ni la subida de la hipoteca ha minado sus ánimos de seguir trabajando en España. Al contrario, es la razón principal por la que Zoila Guerrero se levante temprano a limpiar casas y Fausto acuda al almacén, mientras que Catalina, la hija de la pareja, también aporta con su trabajo de ayudante de enfermería. “Con el tiempo se verá, pero ahora no podemos irnos, tenemos deudas que pagar”, señala Zoila. Su marido la interrumpe y advierte que los programas de retorno “no convencen” porque es más lo que se ha invertido en compra de pisos que lo que devuelve el Estado.

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